lunes, 21 de noviembre de 2016

El día que tres disparos le quitaron la inocencia a los Estados Unidos



Por Raúl Soriano

Pocas cosas han contribuido tanto a cimentar la desconfianza endémica de los estadounidenses hacia sus instituciones como el asesinato de John F. Kennedy. Ya son 53 años de su magnicidio en Dallas, y la mayoría de los estadounidenses sigue sin creerse la versión oficial de los hechos. 

Desde entonces han visto la luz docenas de teorías conspirativas, algunas creíbles y otras disparatadas. Pero lo cierto es que nadie parece haber dado con una explicación lo suficientemente convincente para despejar todas las dudas. Por unos motivos u otros, casi todos los protagonistas de la historia pusieron su grano de arena para que, probablemente, toda la verdad del crimen más sonado del siglo XX no se sepa nunca.



La versión oficial de lo ocurrido está en las 889 páginas del informe presentado por la Comisión Warren en septiembre de 1964. La investigación, encargada por Lyndon Johnson siete días después del asesinato de Kennedy, concluyó que fue Lee Harvey Oswald quien mató al presidente e hirió al gobernador John Conally sin ayuda ni órdenes de nadie. Pero, todavía hoy, esta versión tiene una minoría de adeptos.



El asesinato de Kennedy sigue siendo un misterio y la búsqueda de una respuesta ha llevado a crear todo tipo de teorías. 

Una de las hipótesis más absurdas asegura que su propio conductor le disparó. Otras, más plausibles, sostienen que hubo una conspiración. Las teorías empezaron el día de su muerte y se agudizaron cuando el primer reporte oficial del homicidio, la Comisión Warren, concluyó que el autor material, Lee Harvey Oswald, asesinó al presidente sin la ayuda de nadie. 

Pero muchos rechazan ese veredicto. A Oswald lo mataron dos días después del magnicidio y eso llevó a que muchos sospecharan que el gobierno ocultaba algo. De ahí en adelante la posibilidad de un complot encontró respaldo en los hallazgos de la HSCA, un comité gubernamental creado en 1976 para investigar el asesinato. Esa comisión determinó que lo más probable era que, además de Oswald, otro hombre le hubiera disparado al presidente. El comité, sin embargo, no identificó al segundo francotirador ni a quienes estuvieron detrás del crimen. 


El tema se calmó por un tiempo hasta que la polémica cinta de Oliver Stone, JFK, resucitó el interés de la gente en 1991. Gracias al éxito de la película, el año siguiente el Congreso pasó una ley para hacer pública toda la información clasificada del caso. A pesar de esto, hoy todavía no se ha llegado a un consenso sobre quién mató al presidente y se siguen barajando las mismas posibilidades: la CIA, el FBI, los soviéticos, los cubanos, los mafiosos o una alianza entre algunos de estos. 

De todas formas hay quienes se mantienen optimistas, pues el gobierno aún no ha revelado todos los documentos por razones de seguridad nacional. Los archivos que faltan tendrán que salir a la luz por ley antes de 2017. 




Era tan guapo que parecía más un actor que un político. Su sonrisa constante cautivó a millones y su mirada, su altura, la gracia con que se expresaba fueron motivo de fascinación. Cincuenta y tres años después de su muerte, John Fitzgerald Kennedy vive en el imaginario colectivo como un gran presidente. 

Los estadounidenses lo recuerdan con melancolía, no solo por el hombre que fue sino por la época que representó: un tiempo romántico, en el que todo era posible. Su imagen se ha inflado tanto que ya se ha convertido en un mito, pero la realidad es que no fue un gran presidente. Kennedy incumplió la mayoría de sus promesas políticas y su vida privada estuvo plagada de infidelidades y secretos.












0 comentarios:

Publicar un comentario

Copyright © La Cartelera Mx | Designed With By Blogger Templates
Scroll To Top