<< Conéctate al ritmo vivo de la tierra y siente. Comprende que
juntos somos una fuerza pues todo es posible si se intenta. >>
Por Oscar Castillo
Ph Alex Díaz
Corría
el año de 1996 y Puerto Rico necesitaba otra forma de gritar al mundo
las carencias que vivían. Una isla llena de riquezas opacadas por los
abusos sociales y una predicción lastimosa en aspectos económicas. Con
la misma visión, similares atributos e iguales intenciones, nace de
Puerto Rico para el mundo: Cultura Profética. Ahora, 20 años después,
Willy, Boris, Omar, Juanqui y compañía celebran dos décadas de romper el
silencio, de abrir la mente y de coquetear al instinto con su preciso
reggae.
Aun no se completaban las 20:30 horas el pasado sábado 12
de diciembre y la entrada en el Pepsi Center WTC se encontraba
abarrotado. Una familia se daba cita para festejar aquello que los unía:
El Reggae. Una comunión social que abracaba padres con sus hijos,
niños, mujeres, dreads preciosas y aromas peculiares. La familia estaba
completa, lista para recibir a sus hermanos puertorriqueños.
El
clima a las afueras inducia a calentar el cuerpo y el alma, a entrar de
inmediato para calentar los huesos a son del ritmo. Era una noche
especial. Una noche de festejo: 20 Años de Cultura Profética.
En
punto de las 21:15 horas, las percusiones comenzaron a sonar y en el
escenario la banda estaba instalada. Los coros musicales nos parecían
conocidos, listos para tararear.
El aroma nos abrazaba en uno mismo y el
clima nos abrumaba de calor (será imposible abrigarnos bien al
escapar del viaje). De inmediato, los gritos, silbidos, aplausos y
suspiros retumbaron el foro a la llegada de Willy Rodriguez; un peculiar
hombrecillo de one dread que hace su apariencia celestial.
El
sonido comenzó. La fiesta dio inicio con “Rimas para seducir” donde los
presentes gozamos allá sido el tema de inicio. Detrás, Boris nos miraba
como aquel tío lejano que se alegra de vernos un año más. El reportorio
no paró: “La complicidad”, “Ideas nuevas”, “Para estar”, “Amante de
luz”, “Ilegal”. La sonrisa del vocalista se sentía emocionaba,
cautivada, enamorada: <<Estamos muy contentos de estar con
ustedes. Siento mariposas en el estómago >>.
El baile en la
explanada abracaba mayormente el espacio; arriba, los suspiros y coreo
detenía la fuerza de la música que estos magnos artistas ha logrado
dedicar a lo largo de XX años. Aquellas letras que fortalecen la
existencia de la gente, que nos aligeran las dificultades de cada nación
y que nos respaldan al gritar el cansancio, esas canciones estuvieron
presentes también: “De antes”, “Nadie se atreve”, “Ritmo que pesa”, “Les
da igual".
La fiesta continuaba con aquellos temas que partían de
Canción de Alerta y se desplazaban de La Dulzura a M.O.T.A. y de Ideas
Nuevas a Diario. Temas de un sentimentalismo glorioso y un suspirar
inexplicable que cada canción romántica que Cultura nos entregaba, la
sentíamos nuestra completamente: “Sube el humo”, “No me interesa”, “Un
deseo” y “Saca, prende y sorprende”; éste último tema fue la sensación
de la fiesta, aquel himno que provoco a los olores, las esencias y los
delicados humos. Una canción que incitaba la piernas a sacudir y a la
mente a disfrutar.
Poco después de las 23:00 horas, los
puertorriqueños aplicaron la clásica primer despedida regresando al su
gente para interpretar “La espera”, “Zimbabwe”, “Baja la tensión” y
“Verso tenso”.
Una noctambula preciosa, elegante y fuerte. Una
noche de energía, vibras y realidad. Una velada familiar, de recuentos y
suspiros. Una noche junto a ellos. Cultura Profética lo hizo
nuevamente, tal cual años pasados, lo hizo real: Hacernos vibrar con la
delicadamente fuerza del inmortal REGGAE.
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