martes, 4 de abril de 2017

En palabras de Oscar Castillo: La Meretriz Auditorio Nacional




Por Oscar Castillo 


Cuando los asistentes se dieron cita al concierto de Pedro Infante acompañado por el Mariachi Vargas de Tecatitlán resultaron impactados. En 1955 el Auditorio Nacional era un recinto emblemático, novedoso, imponente. La ubicación, el diseño y el espacio para los presentes sorprendió a los sus visitantes. Un auditorio con presencia y glamour al gran estilo europeo. ¡México lograba el desarrollo!




Localizado en una de las avenidas más importantes de la capital, el Auditorio Nacional cuenta con un estilo nacional conmovedor: esculturas de Vicente Rojo y un mural acogedor “Teorema inmóvil” de Manuel Felguérez. En el fondo, en emblemático OMAN (Órgano Monumental de Auditorio Nacional) y en la explanada la escultura de “La Luna” de Juan Soriano y “Tres figuras áureas” de Teodoro González de León. Y a un costado, el espiritual foro El Lunario con una capacidad de mil personas aproximadamente.

Las festividades en el coloso de Reforma eran sublimes, retumbantes, fuera de lo natural. Cada artista que pisaba el escenario era inmaculado. El Auditorio Nacional es el triunfo más grande para cada talento que lograba exponerse allí.

La verdadera naturalidad de competitividad se bañaba en oro. Aquel artista, agrupación o sinfonía que se daba cita, dejaba un legado de éxito memorable. Así pues, desde 1952 que fue construido por órdenes del ex presidente Miguel Alemán y concluido por Ruiz Cortines, el Auditorio Nacional es un gallardete nacional, un símbolo patrio de nuestro desarrollo arquitectónico y cultural. ¡Grande en verdad!



La congratulación que siente el coloso de tanta idoneidad que respalda es, sin duda alguna, célebre: George Gershwin y su ópera (1955), “Estampas de la Revolución” (1956), La Filarmónica de Nueva York (1959), La Orquesta Sinfónica Nacional de Igor Stravinsky y el Torneo Interamericano de Boliche (1960); el Gran Circo de Moscú (1964), la Filarmónica de Londres y la Ópera de París (1965). Para los años setenta, los artistas reconocidos de la época dieron la inauguración de eventos nacionales e internacionales de aspecto musical tales como Raphael y Rocío Dúrcal (1970) por ejemplo. Con esto, el gobierno autoriza las presentaciones de agrupaciones de jazz, rock y pop para un público centralizado; no había temor. 

El recinto contaba con el permiso y la seguridad para recibir adolescentes o fanáticos de agrupaciones para los géneros mencionados. Y para el ’78, Julio Iglesias, Gloria Gaynor y Mocedades fueron de lo máximo un su momento. Mientras avanzaban los años, los artistas se acumulaban dando una agenda considerable para todo tipo de público. Si bien era sabido, todo aquella persona que se daba cita en el Auditorio, sea cual sea la presentación, respaldaba su capacidad adquisitiva pues, aún en los ochenta, el porcentaje de familias en pobreza seguía (y sigue) siendo considerada lamentablemente. José José y Juan Gabriel (1980) fueron lo más engrandecido de nuestro país. Eugenia León, Tania Libertad, Joan Manuel Serrat, Oscar D’ León (1984- 1989) pisaron por primera vez dicho espacio.



El mayor género televisivo, el Pop, junto con los boleros aumentó su inversión en talentos nacionales que también llegaron al lugar: Lucero (1993), Laura Pausini, Luis Miguel, Joaquín Sabina y Flans (1994). Para el ’98, la legendaria banda del El Tri grabó por primera vez en el Auditorio, “El Tri Sinfónico”. Ese mismo año, la suma de artistas aumentaba: Alicia Villareal con Límite, Tatiana, Miguel Bosé, Ana Torroja, Shakira. El rock llegó después de la eliminación al rechazo del género. Las agrupaciones que tocaban en Reforma, tenía la bendición del gobierno: Gustavo Cerati, Café Tacvba y Deep Purple.

La llegada del milenio dio la pauta para que personalidades envueltas en el espectáculo musical lograran exponer sus propuestas musicales: Manuel Mijares y Paulina Rubio con lleno total; Christina Aguilera, Alejandro Sanz, Kabah y, en el 2001, pisa por primera vez Elton John. España llega [otra vez] a nuestro país con Enrique Bunbury, Hombres G y La Oreja de Van Gogh (2002). Thalía y Belinda también lograron estar ahí. En el 2005 La Banda Intocable fue la primera agrupación del género banda con cinco presentaciones dobles.

Y así la lista puede seguir: Coldplay, Scorpions, Alizée, Evanescence, Lady Gaga, Drake Bell, entre (muchos) otros más. El Auditorio Nacional es un emblema cultural, la catedral de la música, una de las inversiones más reconocible y rentable del país. Un logro, un máximo, una insignia. Todo aquel artista, músico, bailarín o actor que lograba presentarse en el escenario del coloso debía cubrir un proceso rígido de acceso, de autorización y de trayectoria. Algunas agrupaciones fueron rechazadas por no ser considerado un “artista  válido” para el jurado ajeno del lugar, esto sin importar que haya o no un llenado del monumento.



Era difícil en realidad hallar en él algún concierto o evento de tallas inferiores a las ya antes mencionadas por el respaldo y respeto que el lugar otorgaba. Agrupaciones como Timbiriche fueron de los primeros conjuntos que pisaron el emblemático lugar por dar espacio a la música juvenil o infantil como Tatiana [considerando evidentemente el consumismo que éstos podrían otorgar; algo comenzaba a andar mal]. El público era versátil y la música que saliera de ahí tenía que serlo. En realidad, más que ser u negocio de grandes recompensas, era un título para el artista. 

Era, en resumen, el Auditorio Nacional. Pero, sesenta y cinco años después, parece que la visión ha cambiado…

La filosofía y reconocimiento que el coloso de Reforma otorgaba a todos los talentos que llegaron a presentarse ahí, se ha ido esfumado lentamente. Al parecer, el andar de los años ha alterado los géneros musicales y, por ende, los exponentes de éstos. La jerarquía que concedía el Auditorio Nacional ha quedado de lado para dar paso a la música y eventos que en realidad otorgan más ganancias que atributo. ¿Versatilidad? Se siente más como prostitución: "Más cantidad, menos calidad".



Para el 2009, las puertas del Auditorio se abrieron para recibir, presentar y bendecir a músicos que se encontraban apadrinando la nueva era musical. Por primera vez, la banda regiomontana PXNDX se dio cita en el lugar con lleno total, en el 2009 Ricardo Arjona llega con su tour Quinto Patio. Yuridia, una solista capturada de un programa de televisión atrae a su público televidente con lleno total. En agosto del mismo año, el reparto de la telenovela infantil “Atrévete a soñar” presenta su corto repertorio para una audiencia infante.

En agosto de 2010 se realiza la premiación de MTV World Stage con Smashing Pumpking y Zoé y un año después el bautizo del trio de pop, Camila. Ese mismo año, las artistas femeninas Julieta Venegas y Natalia Lafourcade, se presentan en el coloso dejando de atrás sus primerizas presentaciones en eventos públicos y gratuitos obteniendo éxito masivo con su transición de rock nacional a pop comercial. En el 2012 llega el grupo jovial

One Direction así como el regreso de [la ex reclusa] Gloria Trevi teniendo un gran aceptación de su público antaño y vigente sin importar el agotamiento que tuvo delictivamente.

Exponentes de géneros alternativos como Los Amigos Invisibles y Nortec Collective con un lleno del lugar [música difícil de disfrutar sentado]. Y por primera vez pisa el escenario el grupo de pop melancólico Reik. Para el 2014, la noventera agrupación de OV7 tiene el placer de cantar y bailar en el Auditorio retornando a sus éxitos pasados.

El 31 de mayo del 2014 la revelación del momento, Carla Morrison, tuvo una fecha endicha catedral con una "felicidad incontrolable" encabezaban los diarios de espectáculos [pues era evidente]. También para ese año, CD9 tuvo un lleno total; una agrupación jovial nuevamente [posiblemente el 50% del público eran personas mayores que acompañaban a sus crías].

Para el 2015 el veterano trio de pop, Flans, dio un concierto celebran sus 30 años de trayectoria con dos días de lleno total. ¿El repertorio? El mismo de los ochenta. Lo mismo ocurrió con Magneto y Mercurio.

Así pues, el Auditorio Nacional ha sido la catedral que bautiza los nuevos talentos que surgen con los actuales alcances; y es que las disqueras tradicionales y monopolistas quedaron huecas con la diversidad que proporcionan los medios en la red y las plataformas digitales. De la internet surgen talentos [o el intento dé] que respaldan sus propuestas con millones de visitas y reproducciones. Así como Carla Morrison tuvo el honor y privilegio que exponer su dramática música en un auditorio mundialmente reconocido, ha habido artistas de la misma categoría en donde el Auditorio Nacional ha yacido y será su logro más grande. El 30 de septiembre se presenta por primera vez, Mon Laferte, una chilena exponente de la nueva versión de rock trágico. 

Esto no acaba aquí: el 21 de octubre, un talento salido de lo oculto de España, Abraham Mateo, llegó con su gira de "Are You Ready Tour", Mario Bautista se presenta por primera vez en el magno [y el único] lugar un 16 de noviembre.



¿Soy el único que visualiza la diferencia entre las dos facetas?

Para este año, no hay discrepancia alguna. Las estrellas que darán próximas presentaciones atentan con la Visión que en un pasado el Auditorio Nacional gratificaba. La enorme medalla que cargaba cada artista después de presentarse en el monumento, la colocaba en alto dejando un recuerdo para su trayectoria. En resumen, el Auditorio Nacional era la cédula que el artista obtenía por una trayectoria y talento inigualable.

Reitero [y enfatizo]: Trayectoria.

Dicha cédula ya se otorga a cualquier persona que alcance completar un sold out y un repertorio de dos horas. Sin importar el credo, sin importar la trayectoria, sin importar –peor aún– el género que se interprete. Honestamente hay artistas que no debería entrar allí. Más allá del talento y reconocimiento, por logística, por categoría, por diseño, por estilo, por dignidad.

J. Balvin y Nicky Jam se darán cita los próximos 8 y 12 de mayo por separado. Dos talentos exponentes del saturado ritmo del reggaetón conocido como Música Urbana. En donde encuentro complejo “disfrutar” de su música con butacas tan angostas, donde difícilmente se logre gozar de un bailoteo sinigual.

Hace unos años, La Arrolladora Banda el Limón también se dio cita en el recinto y vuelvo a encontrar complejo el disfrute de su música por tan íntimo recinto [y sin bebidas alcohólicas en el interior del lugar; por lo menos a mí me interesa ese punto]. Para el 3 de junio se recibe al conjunto de diestras agrupaciones de los años noventa: Sentidos Opuestos, Moenia, Kabah, Magneto y Mercurio con su festividad llamada “Únete a la fiesta”. Un concierto donde se remontaran a los éxitos de dichos artistas; sin novedad, sin sorpresas, sin trabajo alguno. Simplemente interpretar las viejas canciones que les dieron tanto en aquellos gloriosos años.



El 17 de junio se presenta el puertorriqueño Residente, ex vocalista y líder de Calle 13; música urbana nuevamente. Con un material nuevo, bizarro y diferente en donde, es un hecho, se sigue sintiendo el emblema de Calle 13 y su “Atrévete-te”. En este caso en particular, ¿un artista con un material discográfico con días de salido a la venta, tiene sentido se presente en un glorioso lugar? Ni siquiera completa un año de ser expuesto.

¿Qué más podemos esperar? ¿Un show de comedia de Ricardo Daniel Ortiz (Wereverwero)? ¿O quizá una cátedra de Yordi Rosado con el tema “Cómo elevar el rating de una televisora”? Llegará el día en que Eduardo Arías “#LadyWuu” honré al lugar con alguna presentación, en verdad es pregunta. En donde La Yuya sea la cuentacuentos del mismísimo Auditorio Nacional. Porque, al final, son personalidades de grandes masas seguidoras. 

Algo así como los Pejes de los millenials. ¿Joey Montana podría también pisar el coloso de Reforma aunque tenga solo un éxito? O tal vez Cristiano Ronaldo después de dejar el soccer y dedicarse a la cantada; es una celebridad embellecida.

¿Cuál es en realidad el filtro [si es que lo hay] para que el Auditorio Nacional le abra las puertas o no a una personalidad? Se deja de lado el complete perfil de calidad para darle la bienvenida al consumo masivo de eventos en vivo sin regular ni un poco la calidad, la presentación o el artista.

Y antes de amedrentar, lo importante aquí no es menospreciar los talentos de todas las personalidades que han pisado dicha catedral, sino el enfoque entre público-artista. Se vuelve complejo el goce, el disfrute, el momento si no se estructura perfectamente. 



El Auditorio Nacional es el máximo templo de excelsa claridad musical y una visualización gratificante, se vuelve confuso degustar un platillo musical en un foro desubicado. Como ejemplo burdo, sería como ver “No se aceptan devoluciones” o “Jackass” en la Cineteca Nacional, Alejandro Iñarritu en los Premios TV y Novelas o pedir al mesero Rodaballo “Maître d’Hôtel” con ajo negro en el Tizoncito.

¡Oh hermoso Auditorio Nacional! ¡Oh precoz, adulterado y prostituido Coloso! Bendícenos con tu eficacia y no tu saturación. Entréganos el éxito vivo y no el sold out letal. Engrandece a tu público como engrandeces al artista aunque éste golpee a sus fanáticos y escupa a los fotógrafos. ¡Oh hermoso Auditorio, vuelve a ser el reinado del talento de Calidad! Vuelve a ser el Auditorio Nacional.

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