Por Alonso Nájera
Guitarras distorsionadas, energía y voces rasposas son algunas de las cosas que hacen el punk rock una forma de vida; y de todo esto fuimos testigos quienes presenciamos el concierto de The Cribs el pasado 19 de octubre en Sala.
El foro se llenó a tres cuartas partes de su capacidad de forma dramática, y digo dramática debido a que ya eran las nueve y ni la banda ni el lugar cumplían con la expectativa “Ni de pedo hubieran llenado El Plaza” dijo alguien del público que, por cierto, estaba dividido de forma muy marcada: los fans que conocen a la banda desde sus inicios pegados al escenario desde las 8 y los no tan fans que estaban metidos en sus conversaciones y cervezas en la parte de atrás.
Todo pintaba para ver los estragos del tiempo contra el punk rock, o al menos eso parecía, porque fue hasta después de las 9 cuando los hermanos Jarman salieron a darle un giro distinto a la noche, abriendo con un par de clásicos "Our bovine public" y "On, be a no-one" desatando así la euforia del público.
Ya con el lugar encendido y con las dudas disipadas de si la noche iba a estar a la altura de recibir a una de las bandas de punk rock de culto más importantes de esta generación. La banda siguió con "Rainbow Ridge", tema de su más reciente disco.
“Somos The Cribs, viva Mexico 'cabruones (sic)” dijo Ryan Jarman en algo que intentaba ser español que sirvió para darnos un micro respiro para otro de sus clásicos “Hey scenesters!”, “Veo que tenemos muchos fans de la vieja escuela” dijo Ryan despúes de escuchar peticiones de canciones que, en su mayoría, eran temas de sus discos pasados.
Aunque hubiera sido espectacular ver a The Cribs cuando el legendario guitarrista Johnny Marr formaba parte de la agrupación, los ingleses demostraron que no necesitan de mucho para haber llegado a donde están.
Después de un par de tragos a su cerveza y un intercambio de chistes entre el público y Ryan, el setlist continuó su rumbo con “Different angle” “What have you done for me?” y “We share the same skies”.
“Es nuestro cumpleaños y vamos a celebrarlo aquí” dijo Gary Jarman, Antes de que su hermano tocara una pequeña nota con su guitarra que nos avisaría que "Another number” era la siguiente canción, una de las más coreadas de la noche.
Los siguientes temas fueron Burning for no one y, como si hubiera complacido la petición de un fan que, literalmente lo pedìa a gritos, tocaron "Wish i knew you in the 90’s". Ya acercándonos al final de la noche, los de Wakefield siguieron con “In your place” y la canción que pondría el momento melancólico de la noche “Be safe”
Se sentía en la atmósfera el final del concierto y las gargantas y pies aun estaban dispuestos a más; entonces sonó una de sus canciones más conocidas y coreadas de la noche “Mirror kissers”.
La intimidad del venue permitió que la barrera público artista se disipara a tal grado que el público tocó y desafinó la guitarra de Gary al estilo Jimmy Hendrix.
Una breve pausa con agradecimientos hacia el público fue lo que nos preparó para “Broken arrow” que en cuanto finalizó siguió la canción que puede ser considerada un himno: “Mens needs” para después cerrar con la calmada y a la vez enérgica canción “Pink snow”.
Con el trio Jarman despidiéndose y adentrándose a bambalinas, el público coreo el ta ta tara tara ta de "Another number" con la esperanza de que esto provocara un encore, sin embargo, esto no sucedió; el concierto había muerto, pero the Cribs dejó algo muy claro, el punk rock no murió, y no lo va a hacer jamás.
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