Por: Yael Rueda
Lágrimas resbalaron por el rostro de James Rodríguez cuando la serie de penaltis terminó. Hacía dos años esas gotas de agua que caían de sus ojos mientras era abrazado por David Luiz, eran de tristeza. Hoy experimentaban la parte contraria de la moneda: la felicidad.
Durante el encuentro entre Perú y Colombia nadie tuvo los argumentos necesarios para poner a su equipo encima, más allá de que James y Cardona, por los cafeteros, mientras que Paolo Guerrero fue el más animoso para los incas.
En la primera mitad, Carlos Bacca tuvo la oportunidad de aventajar a los suyos, pero erró, mandó su disparo por un costado de la portería. Además, Rodríguez reventó el poste con un riflazo.
Los peruanos también tuvieron su oportunidad, la más cercana al 92, un testarazo que el meta David Ospina atajó para mandar directo a los penaltis.
Los culpables de la debacle enfranjada tienen nombre y apellido, el tercer tiro de castigo inca fue cobrado por Trauco. Débil y al centro Ospina rechazó con el pie. Por su parte, Cueva mandó el balón a los cielos, justo a donde buscaba esperanza para que el esférico besara las redes.
Los cafeteros explotaron en júbilo, se abrazaron, rieron y lloraron, pero ahora desde el otro lado de la moneda.
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