viernes, 27 de mayo de 2016

Festejo en el coloso










Por Mariana Huerta 


Euforia, cánticos y 105 mil aficionados del balompié se reunieron para ser testigos de un evento histórico. A las 12 en punto de la tarde, el 29 de mayo de 1966, un vibrante partido entre las Águilas del América y el Club Italiano Torino inauguró el Estadio Azteca y marcó el inicio de lo que se convertiría en emblema del futbol mexicano. 

El brasileño Arlindo dos Santos estrenó las redes del ahora también llamado Coloso de Santa Úrsula y, por primera vez, un grito ensordecedor y unísono nació en la garganta de la afición para instalarse eternamente en el eco del recinto, como augurio de las alegrías y llantos que de ahí en adelante se celebrarían en el graderío. 



Durante cuatro años, 10 arquitectos, 34 ingenieros, 15 técnicos y 800 obreros trabajaron en el número 3465 de Calzada de Tlalpan, en la colonia Santa Úrsula, bajo las órdenes y supervisión de los arquitectos Pedro Ramírez Vázquez y Rafael Mijares Alcérreca. 

Fue en 1962 cuando se comenzaron los trabajos, primero desalojando 180 millones de kilos de roca volcánica –que abarcaban un área de 63 mil 590 m2 –para sustituirlos por ocho mil toneladas de varilla de alta resistencia y mil 200 toneladas de acero laminado para la cubierta. Casi 100 toneladas de pasión, emociones, recuerdos y balones perdidos en peso bruto. 



Su magnitud, diseño y eficacia lo llevaron a ser el único Estadio en el que se han disputado dos finales de una Copa del Mundo (México 70 y México 86); y es el tercero más grande del mundo, solo superado por el Camp Nou y el Maracaná.
Como el reglamento lo estipula, la cancha que quedó marcada con las huellas de genios del balón como Maradona y Pele, mide 68x105 metros y tiene un sistema de drenaje que permite reanudar un partido al poco tiempo de que termine una gran tormenta. Además, está diseñado para que el recorrido del sol sea de oriente a poniente, con el fin de perjudicar en la menor medida posible a los equipos. 

Por cierto, el reciento se puede desalojar por completo en tan solo 18 minutos. Esto es posible gracias a que cuenta con 10 puertas de entrada, siete rampas y 22 túneles de acceso. 



Nueva era 

En los últimos meses se ha visto que se sustituyeron las viejas pantallas del estadio por unas hechas con paneles LED y una dimensión de 10.24 x 21.44 metros cada una. También se colocó un cintillo publicitario a la mitad del graderío y se han retirado butacas y mejorado restaurantes y palcos ya existentes. 



Esta “manita de gato” no es coincidencia con el aniversario del Estadio Azteca. De hecho, con motivo del mismo y además en el marco de las celebraciones del centenario de la institución, estos cambios son parte de una macro remodelación cuyo objetivo final no solo es rejuvenecer el inmueble, sino añadir en las áreas aledañas un centro comercial, hoteles, restaurantes y centros de espectáculos. 

Todo esto con la intención de que, a medio siglo de la inauguración del coloso, un diseño más moderno y seguro sea el nuevo hogar de las viejas leyendas que se forjaron en el “Nido”, como el famoso “Gol del Siglo” o “Mano de Dios”; ambas jugadas protagonizadas por el ya famoso argentino durante el partido contra Inglaterra en los cuartos de final de México 86. 
 
La idea es que este templo del deporte evolucione para que en él convivan momentos históricos como la llegada de la NFL a México, los conciertos de Michael Jackson, Madonna o U2, la visita del Papa Juan Pablo II o la final del Mundial sub 17 y, al mismo tiempo, haya lugar para que nuevas hazañas encuentren en este césped la inmortalidad.

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