Por Pablo Durán
A través de los años el deporte se ha
dividido por épocas, y en el fútbol las marcan los jugadores. Sin duda
Marco Van Basten es uno que marcó una, fue figura en el A.C. Milan y un
histórico en la selección holandesa.
El “cisne de Utrecht”, es el
estereotipo de un 9 fijo. Tenía la portería clavada en la mente, todos
sus disparos iban siempre a puerta, ya fuera con un pie u otro, con un
potente disparo o uno tiro colocado, balón parado o un centro al área,
siempre era lo mismo. Tenía un físico impresionante, que con su 1.88
metros de estatura imponía dentro del campo, conducía el balón con una
elegancia tremenda que complementaba con una buena técnica individual y
unos estéticos regates. Sin el esférico en los pies, marcaba diferencia,
siempre buscando el hueco que dejaran los defensores para quedar frente
al guardameta y definir, o en ocasiones regalando asistencias cuando
observaba una situación más clara de gol que la que él tuviera.
Formó
parte del mítico AC Milan que dominó el fútbol europeo a finales de los
80 y principios de los 90. Entrenado por Arrigo Sacchi, el hombre que
revolucionó el fútbol moderno y junto a sus compatriotas Ruud Gullit y
Frank Rijkaard formaron un equipo de ensueño, a ese equipo también se le
conocía como il Milan degli Olandesi (el Milan de los holandeses).
Llevó
a la selección holandesa a lo más alto cuando ganaron la Eurocopa del
88 en Munich, comenzó en el banquillo, debido a que apenas jugó en el
Milan y en su selección. Perdieron el primer partido contra la Unión
Soviética 1 a 0, pero tres días más tarde el técnico de la “naranja
mecánica” lo incluyó en el equipo titular y consiguió anotar tres goles
para dar la victoria ante Inglaterra. El último partido del grupo era
vital, Irlanda tenía 4 puntos y la selección neerlandesa 3, lo cual
hacía necesario una victoria que consiguió con un marcador de 1-0.
En
semifinal enfrentó a Alemania Federal. Se adelantaron los alemanes por
medio de Lothar Matthäus de penalti, empató Koeman también de penalti
tras un derribo sobre Van Basten en el área, quien además marcó el gol
difinitivo que los llevara a la final del torneo. La final se disputó
ante más de 70000 aficionados, el 25 de junio en el Olympiastadion de
Múnich frente a la Unión Soviética. El “cisne de Utrecht” puso el dos a
cero definitivo que le dio la copa a los “tulipanes”, además recibió la
bota de oro de la Eurocopa con 5 goles, por delante de Rudi Völler y
Oleg Protásov.
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