Mi
primer recuerdo musical es bailar “Pachuco” de Maldita Vecindad a la tierna
edad de tres años. Era 1992, un año después de que viera la luz El Circo,
segundo -y más exitoso- disco de Roco y compañía. Para ese momento no tenía
idea de lo que era el ska -vamos, ni siquiera sabía abrocharme las agujetas.
Tampoco sabía el papel tan importante que este género jamaicano tomaría en mi
vida.
Así
como yo, México era ignorante acerca de lo que vendría en las próximas décadas
con respecto a los ritmos provenientes de la tierra de Bob Marley.
Los años
noventa forjaron a decenas de bandas a lo largo y ancho del país. Tijuana No,
Estrambóticos, La Matatena, Panteón Rococó, se convirtieron en voces de una
generación que creció de boca en boca en medio de la marginalidad económica y
social; gracias a los masivos organizados en escuelas y al arropamiento
recibido por el recién nacido: Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
Las
cosas han cambiado en los últimos 25 años. Aunque muchas tocadas siguen
ocurriendo en el underground de la periferia de la Ciudad de México, las
grandes productoras han volteado a ver al género con el afán de realizar
conciertos de calidad, en foros de calidad y con audio de calidad. Este es el
caso del Pepsi Ska Fest que, en su segunda edición, demostró que apostar por el
ska no es tan mala idea como se pensaba hace años.
Al
primer grupo que vi en el festival fue a la Maskatesta, desgraciadamente me
perdí a Almalafa, aunque al preguntar me dijeron que no pegaron mucho a pesar
de ser una de las bandas más poderosas del genero, seguro la hora no les ayudó
mucho. Pero bueno, regresemos a la Maskatesta, desde su creación, hace 12 años,
se ha caracterizado por cantarle al amor con un ska simple, apegado al que se
hacía en Inglaterra a finales de los años 70. Canciones como “Tabernero” y “Tú
qué pedirás”, están hechas para cantarlas y dedicarlas.
Después
del romanticismo de la Maskatesta, subió al escenario The Aggrolites, de Los
Ángeles, California. Con estos angelinos llegó la hora de relajarse con su
música que combina reggae, rocksteady y algo de soul. Una combinación bastante
agradable y que permitió recargar fuerzas para lo que venía.
En
los horarios del evento se encontraba anunciada una actuación sorpresa y esta
se dio a manera de mezcla de talentos. Los músicos de Desorden Público,
acompañados por el “Chino” de Los Victorios y Roco de Maldita Vecindad
interpretaron en conjunto éxitos de sus respectivos grupos poniendo, ahora sí,
a todos en el tono adecuado para las bandas estelares de la noche.
La
primera de ellas fue Nana Pancha, una de esas leyendas vivientes del ska
mexicano que, a pesar de nunca haber alcanzado el éxito del “Panteón” o
Inspector, se han convertido, a lo largo de los años en un punto de referencia
para todos aquellos que gustan de este género y buscan dejar todas las
frustraciones de la semana en el slam.
Canciones como “Wake Up”, “Nana Pancha”,
“Nana Punk” y “Eso que tú”, hicieron recordar a los asistentes que, al menos en
nuestro país, el ska se trata precisamente de un escape a la frustración de la
rutina semanal y cada golpe dado y recibido en los “círculos de paz” es sólo un
pequeño paso hacía una liberación de la rutina.
Llegaba
la hora de Less Than Jake, banda de ska-punk de Florida que era esperada por
muchos desde hace muchos años. El ska-punk es un género muy aparte al que se
había escuchado en el festival, aquí la velocidad de la batería, lo melódico de
los metales y la agresividad de las guitarras generan un sonido único. Si Nana
Pancha armó slam, Less Than Jake lo perfeccionó, nada ni nadie podía escapar de
los codazos y los empujones. El sentido del humor es algo que siempre a
caracterizado a esta banda, frases como: “esperábamos ver más bigotes” o
“¿tienen MTV en México?” dieron un toque ameno a su presentación, entre golpe y
golpe.
Sekta
Core fue la última banda nacional en subir al escenario. Si Nana Pancha es
leyenda “La Secta” lo es más. Se trata de la primera banda de ska-core en
México (ska-core es algo así como ska-punk pero en maniaco) y la única en obtener
reconocimiento internacional. “Zona del Terror”, “Demonios”, “Ser Fuertes” y
“Cool Cats”, entre muchas otras, se han convertido en verdaderos clásicos,
incluso, el “Fantasma de la Rana” o “Defino” han trascendido su género y han
acompañado a un par de generaciones, mismas que los siguen sin importar los
numerosos cambios en su alineación.
Para
cerrar con broche de oro llegó Reel Big Fish, esa banda de ska-punk
californiana que saltó a la fama por interpretar un maravilloso cover de “Take
On Me”, además de ayudar a moldear un estilo de ska-punk mucho más alegre y
divertido, más apegado a lo que pasaba musicalmente en el punk del estado de
California a principios de la década de los 90. Su show fue intenso, lleno de
energía que llegaba desde el escenario pues, al ver correr de un lado a otro a
los sus integrantes no te queda más que hacer lo mismo. “Sell Out” fue la
ganadora de la noche al lograr transportarnos a finales del siglo pasado.
Definitivamente
el ska se ha convertido en un género que puede generar ganancias a los
empresarios de nuestro país y los dos días, de esta segunda edición, del Pepsi
Ska Fest lo demostraron.
Texto por: Ruy Martinez
Ph: Yamileth Hernández
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