Por Raúl Soriano
El ex presidente de la FIFA,
Joao Havelange, falleció este martes a los 100 años en Río de Janeiro, según
informaron la cadenas Globo y ESPN. El brasileño estuvo internado
durante más de un mes en el hospital Samaritano de Rio de Janeiro debido
a problemas respiratorios.
"Soy un vendedor de un producto llamado fútbol". De esa forma se presentó Havelange cuando accedió a la presidencia de la FIFA, en 1974. El dirigente brasileño lo hizo seis años antes de que Juan Antonio Samaranch
llegara a la cúpula del Comité Internacional Olímpico (CIO), dirigente
con el que compartía una línea de actuación acerca del rumbo que debía
tomar el deporte, especialmente en lo que se refería a su gigantismo y
comercialización.
Eran, además, latinos, y junto al italiano Primo Nebiolo,
ex presidente de la Federación Internacional de Atletismo (IAAF),
conformaron un 'lobby' que rompió con el dominio anglosajón del deporte
internacional, contrario tradicionalmente a la profesionalización. De
hecho, Havelange sucedió a sir Stanley Rous. El brasileño era el último vivo de ese grupo de presión, después del fallecimiento del mexicano Mario Vázquez Raña, patrón y 'conseguidor' del deporte latinoamericano, y presidente de la Asociación de Comités Olímpicos Nacionales (ACNO).
Todos
engrandecieron y enriquecieron sus estructuras, y todos fueron
señalados por la corrupción, como una carcoma inherente al poder que
desarrollaban. A Samaranch le costó la reestructuración y saneamiento
del CIO, en el que hubiera preferido un crepúsculo sin sobresaltos. A
Havelange le alcanzó personalmente. Tuvo que dimitir, incluso, como
miembro del CIO, cargo que conservaba tras dejar la FIFA, con el
pretexto de una precaria salud, pero acuciado por las acusaciones de
haber cobrado en el pasado comisiones de la firma ISL, que
comercializaba los derechos de televisión del Mundial. De hecho, fue una
empresa creada ad hoc y ya quebrada.
La investigación acabó por
alcanzar a su yerno, Ricardo Teixeira, el dimitido
presidente de la Confederación de Fútbol Brasileña y ex presidente del
Comité Organizador del Mundial 2014. Teixeira fue señalado en su país
como el 'naranja' de Havelange en los pagos, expresión utilizada para
referirse a un testaferro.
Después de retirarse como deportista, Havelange inició su carrera
como dirigente, en la Confederación Brasileña de Deportes o el Comité
Olímpico de su país, pasos que le posicionaron para acceder a la FIFA,
organismo que gobernó entre 1974 y 1998, 24 años, para abdicar de forma
voluntaria en su secretario general, Joseph Blatter,
mucho más que un 'aparatchik'. La organización quedaba bajo control,
pero era totalmente distinta a la que encontró. La cultura de la
corrupción que dejaba, acabó por hacerla estallar, prácticamente 20 años
después, en la mayor crisis de credibilidad del fútbol internacional.
Havelange,
un políglota de perfil diplomático, era un 'lobbysta' excelentemente
relacionado con dirigentes políticos de la misma forma que con los
'reyes Midas' de la industria deportiva, como Horts Dassler,
de Adidas. Fue el primero que entendió el fútbol como un gran escenario
publicitario y un objeto de subasta para las televisiones. Atrajo a su
deporte a marcas como Coca-Cola, Nike, Budweiser o McDonald's.
Impulsó la creación de torneos internacionales de categorías
inferiores, dinamizó el fútbol femenino y sacó el Mundial de los
circuitos habituales, con las experiencias de Estados Unidos, en 1994, y
Corea y Japón, en 2002, que propició pero ya no vivió como presidente.
El patrimonio de la FIFA, a su marcha, se cifraba en más de 4000
millones de dólares.
La génesis del deporte, basada en el
asociacionismo, legitimaba la naturaleza privada de las estructuras
federativas, piramidales como las de la Iglesia, un estado dentro del
Estado. Esa calculada equidistancia permitió a Havelange compartir palco
con Videla y recibir la Legión de Honor francesa o la
Gran Cruz de Isabel la Católica. No hay mejor metáfora para revelar de
qué forma este dirigente, que cumplió 100 años antes de morir,
representó el poder con sus dos caras.
A lo largo de su
carrera como dirigente, Havelange mantuvo un permanente conflicto con
Diego Maradona. "Havelange le vende balas a uno y el rifle al otro",
declaró el exfutbolista. Por otra parte, Havelange dijo en reiteradas
ocasiones que Diego era "como un hijo", a lo que Maradona retrucó: "No
quiero que diga que me quiere como un padre. No soy un hijo de puta".
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