Por Jaime Iván Cortés Sandoval
Capricho histórico en la ciudad francesa de Lens. Secuencia
migratoria que se ve ejemplificada en el segundo partido de la Eurocopa.
46 seleccionados, 15 ‘hijos’ de la conflictiva y polémica Republica de
Kosovo, dos hermanos que se enfrentan por tres puntos; Granit Xhaka por
la causa helvética, su hermano Taulant Xhaka defendió las esperanzas de
los albaneses. Por primera vez en la justa europea dos hermanos juegan
en bandos contrarios.
El encuentro nació dinamitado. La dinámica de suiza parecía ser la
respuesta al planteamiento albanés. No tardó la selección helvética en
hacer presente el talento que corre sobre las venas de una generación
dorada; apenas al minuto cinco tras un tiro de esquina, el central Shar
aprovechó que el cancerbero Berisha erró su salida para mandar a guardar
el balón a las redes de la debutante selección albanesa.
A pesar de que la escuadra escarlata intentó igualar el marcador, una
tarjeta roja sobre Cana tras una evidente mano en el borde del área
grande, decretó el destino del encuentro. Quedandose con 10 hombres al
minuto 36, los dirigidos por De Biasi buscaron ya no salir más dañados
del primer compromiso de la fase de grupos.
Si bien, Berisha cometió un error garrafal que costó el gol suizo, se
encargó de pulir su imagen de manera excelsa. De villano a héroe, el
portero de la Lazio se transformó en la figura del partido deteniendo
todo embate de ‘los relojeros’.
Ya con el partido en pleno crepúsculo, la selección debutante en la
Euro se volcó al ataque, acorralando más con coraje que buen futbol al
combinado helvético. Tal fue la fuerza albana que estuvieron cerca de
cantar el empate, sin embargo, cuando al minuto 86 un remate del recién
ingresado Gashib fue bien manejado por el cancerbero suizo, Sommer.
Albania se quedó con la sonrisa ahogada.
Suiza consigue los tres puntos en su debut, un debut marcado por lo
extra cancha. Un trozo de conflicto político dejó huella en el Stade
Bollaert-Delilis.
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