domingo, 19 de junio de 2016

“No éramos los mejores ni somos los peores”: LVARC (Parte I)






Por: Yael Rueda

La paliza que Chile le propinó a México caló hondo en el sentimiento de los futbolistas nacionales, de los expertos en materia e incluso de la sociedad mexicana.

Ya con la cabeza fría, algunos integrantes del Staff de La vida a ras de cancha nos dimos a la tarea de analizar lo que sucedió ayer con el Tricolor.

                                      
                                                     



Antes de comenzar con lo futbolístico, quiero aplaudir a Juan Carlos Osorio, pocas veces un entrenador tiene el valor -o la vergüenza deportiva- de admitir que se equivocó y que fracasó. Partiendo de ahí hay un avance, habla de una autocrítica que en otros procesos jamás se tuvo.


También es cierto que siete goles no es la verdadera diferencia entre México y Chile. La escuadra nacional no era tan buena cuando estaban invictos y tampoco es tan mala ahora que se perdió por siete goles. Los verdes -que ayer jugaron de blanco- tuvieron su peor encuentro y la Roja, el mejor. Los papeles se cambiaron.

Dentro del terreno de juego, el problema comenzó desde la estrategia. Con los futbolistas tan veloces y creativos que tienen los andinos, lo ideal era poner un arquero capaz de jugar de pies y de poder controlar su área. Guillermo Ochoa jamás ha tenido esas cualidades y se notó en demasía, desde mi óptica, Alfredo Talavera debió ser titular, más allá del titubeo que tuvo en su partido ante Uruguay jugando por aire -su mayor fortaleza.

CHILE GOLEA A MÉXICO EN LA COPA AMÉRICA

De lo poco rescatable que aprecié fue Néstor Araujo, muy criticado por muchos, pero que rindió lo necesario en los encuentros, tuvo barridas importantes que pudieron significar más goles.

Algo que debe preocuparnos mucho es que sin Rafael Márquez, la selección realmente no tiene ni pies ni cabeza. No se puede seguir dependiendo de un jugador que está en vísperas de colgar las botas, toda vez que hay centrales de experiencia como Héctor Moreno o Diego Reyes, quienes ya deberían haber dado el salto de calidad.

No veo mal que Osorio no lo ponga a jugar, seguro busca que México se acostumbre a la ausencia del Kaiser, sin embargo también asumo que su sola presencia hubiera inyectado “sangre” a los nuestros.

No considero que sea momento de iniciar a pedir la cabeza de Osorio, la suerte dejó de acompañarle en un encuentro, pero hemos tenido seis entrenadores nacionales en seis años, es momento de dejar trabajar al estratega y quizá de comenzar a pensar en qué futbolistas realmente están rindiendo frutos, pues muchos de los actuales seleccionados son responsables de haber perdido ante Panamá en las semifinales de una Copa Oro, de casi quedar fuera de Brasil 2014 y de estar eliminados de manera escandalosa en una Copa América, sin dejar de lado las cosas buenas que también se han hecho.

Finalmente, la afición debe exigir más, así como se les pide que dejen de gritarle “puto” al arquero rival o como piden llenar el estadio Azteca, la gente debe exigir buenos resultados y que los jugadores se quiten poses de diva. Suena a utopía, pues como dice Juan Villoro en su libro Balón dividido: “La victoria es para nosotros un milagro. si ocurre, lo celebramos en el ángel, estatua que representa a un cartero del cielo; si no ocurre, descubrimos que lo importante no era ganar sino echar desmadre juntos”.

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