Por Oscar Castillo
<< Tengo la certeza de que no hay hombre más libre que un reportero. >>
Julio Scherer.
Ya
hace exactamente 40 años del desalojo forzado al grupo de periodistas
de Excélsior. Se podría definir como aniversario luctuoso pero en
realidad no lo es. La salida de Julio Scherer del periódico más aclamado
a nivel nacional en los años setenta fue la taza que dio permanecía a
la naturaleza del periodismo. Y aunque el [verdadero] periodismo critico
siga siendo atacado, Julio y su gente entregaron suspiros de
resistencia.
Hace semanas terminé de leer nuevamente “Los
Periodistas” de Leñero, libro (bibliográfico) que avala y respalda sin
temor ni clemencia los hechos ocurridos el 8 de julio de 1976. Y al
concluir, sin tomar en cuenta el prólogo de Aristegui, me pregunté:
<< ¿Qué hubiese sido de Excélsior si la cooperativa no hubiera
destituido la dirección del diario y ésta siguiera vigente? >> La
respuesta fue inmediata: Scherer y compañía hubieran sido eliminados del
periódico en el siguiente sexenio, o el que siguiera, o el otro...
El
sistema político-gubernamental cada día ha reforzado sus defensas ante
la prensa contestaría o aquella que con temeridad hacen su labor. (¿Por
qué el periodismo necesita “valor” para ejercer? Insaciable pregunta).
Si Excélsior no hubiera tenido un atentado en 1976, es casi una
confirmación que lo hubiera recibido por parte de López Portillo –mismo
que en el arranque de Proceso, se distinguió por apoyar y proteger el
semanario. Eso también lo hizo en su momento Echeverría con Excélsior.
¿Valido?– o por De la Madrid, Salinas o el mismo Peña Nieto. El
nacimiento de Proceso es la marca en la línea del tiempo: A.P. / D.P.
(Antes y después de Proceso).
Pero, ¿qué fue lo que sucedió?
Desde
1947, Julio Scherer García inició su carrera en el periódico Excélsior
como reportero de la fuente “Ultimas noticias” y fue hasta el 31 de
agosto de 1968 que la misma cooperativa lo designó Director General del
diario. En ese momento, Excélsior siendo un periódico independiente y
cooperativista, se colocó como el medio escrito más crítico y veraz;
teniendo artículos agudos y directos, con una plantilla de plumas
intelectuales de la talla de Daniel Cosío Villegas, Carlos Fuentes,
Vicente Leñero, Octavio Paz y Carlos Monsiváis. Liderado por Julio y
Hero Rodríguez Toro, Excélsior se encontraba en el sexenio de 1970 a
1976 respaldado [supuestamente] por el Poder Ejecutivo, mismo que daría
“libertad de expresión”. Sin importar eso, los comunicadores de
Excélsior continuaron su independencia periodística publicando fuertes
noticias gubernamentales.
De manera injerencista, el
presidente Luis Echeverría demostró el poderío, por llamarlo así, que
puede tener un líder nacional. De manera sutil, el periódico Excélsior
fue manipulado y desacreditado: A principios de junio, el día 10
específicamente, fue invadido un fraccionamiento en Taxqueña por
“paracaidistas” (como los llama Leñero); un grupo de infiltrados
nombrados “Los Indios” (por sus sombreros de paja). Dicho
fraccionamiento fue promovido por el periódico como desarrollo urbano en
donde, a culpa de la invasión, el consejo de vigilancia, los
cooperativistas, los medios masivos comerciales de comunicación y el
mismo gobierno establecieron una ola de desprestigio contra Julio y su
gente.
Durante semanas, el equipo que Scherer dirigía, se
encontraban en periodo de estrés, angustia y resguardo. El periódico
seguía lanzando sus secciones e incluía en ellos artículos que
respaldaban y custodiaban la postura de Los Periodistas. Por otro lado,
Televisa abarcaba una campaña en contra del diario con reportajes desde
Taxqueña, con entrevistas de los invadidos –que en realidad eran
invasores “acarreados”–, y con discursos diarios por su máximo exponente
de la ‘verdad’ Jacobo Zabludovsky. La noche del 7 de julio de 1976, es
salón de asambleas de Excélsior fue ocupado con violencia,
posteriormente las oficinas y pisos completos en Bucareli 17. El
personal de vigilancia fue sustituido por personal reclutado y
acarreado. Durante el secuestro ultrajaron artículos, fotografías y
documentos de Los Periodistas e intelectuales.
Lo más importante: el manifiesto
que el grupo atacado había realizado para defender su autonomía, para
demostrar el rechazo por parte de las secretarías e instituciones
públicas, por parte de los servidores públicos y pertenecientes al
Sistema como el mismo presidente. El manifiesto se encontraba firmado
por decenas de periodistas e intelectuales que estaban a favor de la
defensa de Julio; entre ellos Froylán López Narváez, Enrique Maza,
Vicente Leñero, José Emilio Pacheco, Gastón García Cantú, Miguel Ángel
Granados Chapa, Ángeles Mastretta y Carlos Monsiváis. Éste mismo
documento, saldría publicado la mañana siguiente en el periódico. Como
parte del atraco, el periódico y la imprenta –ya manipulada y controlada
por terceras personas– lanzó la página en blanco, sin ninguna
publicación; ya fuera para advertir, amenazar o burlar.
El día 8
de Julio de 1976 –fecha que no debe ser olvidada– después de las 12:00
de día, realizaron los opositores al equipo de don Julio una asamblea de
forma ilegal en donde se notifica la destitución de Scherer García como
director general y Rodríguez Toro como gerente general así como la
suspensión indefinida de Arturo Sánchez Aussenac como jefe de redacción;
Leopoldo Gutiérrez, secretario de redacción; Jorge Villalobos Villa
Alcalá, director de la primera edición de “Últimas Noticias”; Arnulfo
Uzeta, jefe de información del diario y Ángel Trinidad Ferreira,
cronista político. Bajo amenazas de muerte se exigen el desalojo de la
dirección y de la gerencia, así como la subordinación de la redacción
para el control del contenido de los artículos editoriales. Estaban
fuera de Excélsior.
Es ahí donde nace la inolvidable fotografía
que captura el andar de Julio y todos sus seguidores que con lealtad
completan a Los Periodistas erradicados de manera involuntaria y
permanente. Caminando por avenida Reforma, se despiden de Bucareli 17
con la frustración en el alma. Los secretarios de dependencias públicas
les habían cerrado las puertas para aclarar la supuesta invasión, el
secretario de gobernación y el mismo presidente se deslindaron del
problema afirmando que había sido una decisión justa y a base de votos
dentro de una cooperativa; los medios de comunicación comercial
denigraron al personal despedido injustamente; “Los Indios” confesaron
tiempo después que el gobierno no les había cumplido las promesas cuando
los enviaron a invadir Taxqueña. Los 200 periodistas que se fueron
junto con Julio andaban con amenazas; los demás diarios de la Ciudad de
México los necesitaban pero ellos se resistían fieles a la visión de
Scherer.
Después de aquel día, la situación para los
periodistas, fotógrafos y colaboradores fue aterradora y compleja. Por
una parte, algunos miembros decidieron sumarse al nuevo Excélsior
dirigido por Regino Díaz Redondo y otros incorporarse a algún diario
capitalino porque sus situaciones económicas eran vulnerables. Algunos
de los colaboradores insistían en luchar por la revuelta y provocar una
revolución hacia el nuevo control de Excélsior. Don Julio deseaba
implementar una nueva agencia de noticias a nivel latinoamericano, algún
nuevo periódico o un semanario.
Ese tiempo entre aquel 8 de
julio a la aparición de un nuevo medio diseñado y elaborado por Los
Periodistas fue una tarea difícil: “Sobrevivir a este silencio
generalizado, que casi cubrió a la nación entera en la década de los
años setenta, no fue una tarea fácil para Proceso. El golpe al Excélsior
de Scherer fue sin duda el evento catalizador que inauguró la abierta
confrontación entre el poder y un creciente reclamo de libertad de
expresión. Pero el trayecto del golpe del 8 de julio al nacimiento del
semanario el 6 de noviembre fue complejo. Una fecha clave entre estos
dos hitos decidió la suerte del grupo de periodistas y preparó el
terreno para el nacimiento de Proceso: el 19 de julio de 1976”; redactan
en “Quienes somos” del portal de Proceso.
El 8 de Julio
de 1976 es una fecha que, por un lado, representa la represión
política/gubernamental que imponen a los medios de comunicación masivos,
atándolos de brazo, limitando y censurando. Pero, por otro lado, nos
recuerda el valor que existe cuando se tiene tatuado el ideal y la meta
en este albur llamado Vida. Don Julio estaría destrozado a los
acontecimientos vigentes, Leñero, Fuentes y toda la plantilla también lo
estarían.
En este sexenio, han muerto más de 100 periodistas; otros
sacados del aire y otros amenazados y encerrados. Duele. Pero duele por
lo complejo que se vuelve defender la verdad. Duele porque vibran las
arterias de cada mexicano cuando se entera de algo que ocurrió y nadie
le avisó. Duele, cuando matan a alguien, callan o desaparece. Duele. Al
día de hoy, la comunicación y los canales que lo transmiten como la
internet, nos da ese suspiro que Scherer y compañía nos dieron hace 40
años: De estar informados sin censura, sin límites, ni barreras. Siempre
habrá medios que informen inclinados al poder en turno, habrá otros que
prefieran reprimir tal profesión y habrá otros pocos que cumplirán
verazmente su vocación. De eso no habrá duda.
Recuerden siempre que
<<Quien calla a un periodista, calla todo el pueblo >>.
Un texto en homenaje a Julio Scherer García (1926-2015).
0 comentarios:
Publicar un comentario