sábado, 11 de junio de 2016

Paris, la ciudad… a media luz





Por Jaime Iván Cortés

Atascada entre basura e inoperancia del sistema de transporte colectivo por huelgas laborales, cubierta por la neblina que supone el terrorismo y tras vivir bajo el agua por el aumento del río Sena, Paris inauguró la justa de futbol más importante a nivel de selecciones en el viejo continente.

El Stade de France fue el punto focal del futbol mundial; Francia contra Rumania. Tras una corta (y quizá desgarbada) ceremonia de inauguración, franceses y rumanos se enfrascaron en un partido gris, con más empuje que buen futbol.

Apenas iniciando el partido, la escuadra Bleu ya sufría la rebeldía de sus rivales, cuando el cancerbero Lloris tapó de manera casi accidental el gol de Pintilli tras un cobro de esquina. A pesar de que los galos se encontraban maniatados por la actitud rumana, al minuto 13 Griezmann tuvo la oportunidad de adelantar a su equipo en el marcador, sin embargo, no conectó de manera correcta un balón que Pogba le mandó sólo para que lo empujara. Para la fortuna del siete francés, tras una carambola se encontró con una nueva oportunidad, pero estrelló la esperanza de todo el equipo en la meta defendida por Tatarusanu.

Al minuto 36, el jugador del Atletico de Madrid se encontró de nuevo frente al marco, pero su remate alcanza a ser rozado por Sapunaru, lo suficiente para mandar el tiro por un costado de la portería. El juego fue una analogía del caos que vive la ciudad en la que se desarrolló. Una cortina que nubla la vista sobre el desarrollo del partido.

A pesar de los intentos de la escuadra Blue, los rumanos les cortaron la respiración. Los dacios llevaron el juego a su conveniencia. Una actitud aguerrida y un sistema táctico bastante eficiente en defensa obligaron a los dirigidos por Didier Deschamps a ahogarse con el balón.

Todos los intentos locales se veían frustrados por acciones rumanas; no importa que fuera ataque aéreo, jugadas a balón parado o destellos individuales, la selección de jersey amarillo tuvo lo necesario para descomponer el juego del anfitrión durante todo el primer tiempo. La segunda mitad del partido inició con la batuta del visitante. Apenas dos minutos después del inicio de la compensación Stancu recibió solo un balón en el área francesa, bajó con el pecho, pero mandó su remate por un costado de la guarida de Lloris.

A partir del susto, los galos presentaron un mejor futbol en la alfombra de París. Los intentos rindieron frutos al minuto 57, cuando a centro de Payet, Giroud choca con el cancerbero Tatarusanu lo suficiente para hacer que el balón pase entre sus manos y así poder explotar las gargantas de todo el estadio.

A pesar de los reclamos rumanos, la falta sobre su guardameta no se concretó y el marcador se cargó hacia la escuadra del país anfitrión. No habían pasado más de cinco minutos cuando Evra se convirtió en un amateur y de manera infantil cometió una falta dentro del área. Stancu transformaría el regalo en gol, empatando el encuentro con un tiro flojo, pero en sentido opuesto a la decisión del cancerbero francés.

El encuentro lucía como un crucigrama para ambas selecciones. Para resolverlo tuvo que aparecer el mejor jugador del encuentro. Al minuto ochenta y ocho, el ocho blue tomo la redonda desde fuera del área y con un potente disparo que se coló por la escuadra de la meta rumana definió el rumbo del partido.

Palmas para Dimitri Payet, quien logró maquillar con su juego el mal desempeño de toda la selección anfitriona, que hasta antes de la inauguración se presentaba como un sólido candidato al título. Habrá que esperar.

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