domingo, 19 de junio de 2016

Tri-turados: humillación histórica



Por Mariana Huerta
“No hay siete goles de diferencia entre el futbol chileno y el mexicano”, dijo finalmente un derrotado Juan Carlos Osorio. Pero de nada sirvieron 22 partidos sin conocer la derrota. La era Osorio no será recordada por las 9 victorias al hilo ni por su libreta llena de tinta azul y roja. La peor derrota en los libros de la Selección mexicana fue aquí y ahora. Chile arremetió con fuerza y ya luego por puro deporte.

Los 70 mil 457 aficionados en el Levi’s Stadium fueron testigos de una masacre que no veíamos desde la derrota de Brasil a mano de los alemanes en Copa del Mundo 2014. El peor resultado en partidos oficiales para el combinado nacional mexicano.

Puch, próximo a integrarse a las filas del Necaxa, encontró el primer gol de esta serie al minuto 16, luego de un disparo largo proveniente de Díaz y que Ochoa alcanzó a rematar pero no lo suficientemente lejos, de modo que Puch la colocó en el arco.

Los aztecas no jugaban mal con el balón en los pies, pero la posesión de inmediato era recuperada por sus rivales. Los de Antonio Pizzi tenían orden, estructura y mucha calma. En el “Tri” no había ni pies ni cabeza.

En el ataque México no alcanzaba ni a asustar la casa de Claudio Bravo; en el contraataque Chile generó una, dos y hasta tres, incluso Ochoa recibió lo que hubiera sido el segundo gol que, afortunadamente, nació de una jugada fuera de lugar y fue anulado.

Al minuto 44 el marcador se puso 2-0 gracias a Vargas, quien en medio de la algarabía chilena hizo su póker personal (44′, 53′, 58′ y 74′) y le sumó cuatro dianas a su participación en la Copa, con lo que de momento es el máximo goleador del certamen.

Alexis Sánchez con asistencia del “Rey” Arturo colocó el tercero de la noche; mientras que Puch marcó su doblete con la última anotación del encuentro a tres minutos del silbatazo final.
El actual campeón de la Copa América, considerado como la quinta mejor selección a nivel mundial, no quedó a deber ni su actuación sobre la cancha dejó qué desear. La escuadra mexicana no tenía dirección ni control.

La defensa azteca, si no es que nula, se mostró tan endeble como la confianza y seguridad del equipo tras las primeras anotaciones. La ausencia del “Káiser” se notó más que nunca. Parecía que Osorio no sabía ni por donde arreglar lo que se había roto. De Héctor Moreno es mejor no hablar.
El “Chucky” Lozano, así como Jesús Dueñas y “Tecatito” Corona fueron sustituidos por Raúl Jiménez, “Gullit” Peña y Diego Reyes, quienes igualmente pasaron desapercibidos en el campo. El nombre Javier Hernández ni siquiera fue mencionado.

La humillación vivirá por siempre en los libros del futbol y en el césped de California.

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